“Hete aquí este paisaje digestivo”: Sobre legitimar a la abundancia

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Esta publicación fue parte de la fiambrerita del 6 de abril de 2025.


En la discusión pública puertorriqueña sobre nuestra agricultura y pesca persiste un discurso de escasez, del no hay o del “no se puede”. Hay consenso en decir “se importa más del 85% de lo que comemos” (y con mucha razón). Sin embargo, eso contrasta con noticias de cientos de libras de alimentos que van al vertedero o de otros que fueron cosechados, pero no consumidos o vendidos. Y contrasta también con otras noticias sobre las libras de alimentos que se producen, incluso, en terrenos baldíos o reclamados; que se producen para regalar o intercambiar, para el autoconsumo. O sea, la escasez y la abundancia parecen estar bailando merengue al son de una salsa.

Dado a las distintas complejidades que componen nuestro sistema agroalimentario, no sería justo decir que no hay una sola manera de mirarlo, de bailarlo. Por lo tanto, conviene ampliar la pista de baile, particularmente cuando se trata de darle a la abundancia la misma o mayor atención que se le da a la escasez.

La lluvia típica de las tardes mayagüezanas acompañó mi introducción al panel (o baile) que moderé, compuesto por cuatro investigadoras y estudiosas de nuestro sistema agroalimentario. Nos juntamos la pasada semana en El Colegio, en la conferencia anual de la Sección de Puerto Rico de la Asociación de Estudios Latinoamericanos para ofrecer (y dialogar sobre) distintos modos para localizar la abundancia en nuestras islas. “Hete aquí este paisaje digestivo”.

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Subrayo que ese paisaje es uno complejo, un rompecabezas enorme que no se compone solamente de piezas económicas o agronómicas. Angelica Valdés Valderrama comenzó presentándonos piezas que enlazan la salud y política públicas. Ella nos mostró que el cómo miramos las cosas—en este caso, los discursos en torno al megaproyecto Esencia en Cabo Rojo—matizan las interpretaciones y los entendimientos que tenemos sobre algo. No es lo mismo mirar lo que se quiere construir en Los Pozos en Cabo Rojo con un lente de turismo a gran escala que mirarlo a través del crisol de los determinantes sociales de la salud.

Valdés Valderrama hizo un análisis de las narrativas encontradas en la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) presentada por los desarrolladores y las ponencias de las vistas públicas más los comentarios de instituciones gubernamentales en torno a la DIA. Encontró que el discurso a favor del proyecto obvia el bienestar social y ambiental de la zona. Además, compartió ejemplos que subrayan las contradicciones en torno a las economías que pueda generar el megaproyecto. Su ponencia subrayó las contradicciones, incluso entre políticas públicas que son utilizadas en las distintas narrativas en pro o en contra del proyecto.

Eso sucede frecuentemente en nuestra planificación territorial, pues a pesar de los esfuerzos para proteger las tierras agrícolas, existen otras políticas que contradicen y eliminan la potencial protección a nuestros suelos fértiles. Las contradicciones en las políticas públicas terminan transformando terrenos agrícolas en unos que no producen comida. Carol Ramos Gerena ha abordado esto en su trabajo académico y en su ponencia expandió cómo el sector agroecológico ha resistido tales contradicciones.

A partir de entrevistas cualitativas y visitas de campo, Carol ha estado documentando las estrategias que utilizan agricultores agroecológicos y los mayores retos que enfrentan en la protección de tierras agrícolas en Puerto Rico, particularmente ante el panorama contradictorio de las políticas públicas. Ella utilizó literatura del post-desarrollo para mostrar cómo el sector agroecológico resiste y reta el desarrollo en Puerto Rico. Visibilizar las estrategias de este sector desde el post-desarrollo permite reconocer las abundantes formas de gobernanza sobre el territorio que van más allá de la simple adaptación al desarrollo.

Nayla Bezares sabe de eso. Pues, lleva dedicándole tiempo a la ardua labor de conseguir datos estadísticos accesibles al público sobre producción local, importaciones y exportaciones. Ella presentó datos preliminares sobre su estudio enfocado en medir la autosuficiencia alimentaria en Puerto Rico. Su “(…) análisis [mostró] que los aceites, granos y alimentos proteicos tuvieron la mayor disponibilidad per cápita. La disponibilidad de alimentos no alcanzó las recomendaciones dietéticas para frutas y vegetales, pero superó los niveles recomendados para cereales, aceites y alimentos proteínicos”. Sus datos nos dejan saber de dónde sale la cifra que indica que importamos el 80% de lo que comemos, pero también nos invita a evaluar otras métricas que son más accionables.

Como, por ejemplo, sería considerar el grado de procesamiento de lo que se consume (para enfocar la producción local en sustituir el consumo de alimentos frescos) y considerar comprar el suministro de alimentos con las necesidades nutricionales de la población. ¿Cómo se vería el estudio de Bezares si tuviese mayor acceso a datos locales y si esos datos tomaran en cuenta lo que no se reporta al departamento de agricultura, o lo que no necesariamente se vende (por que se regala) o se vende en mercados donde no se usan códigos de barras?

Ella culminó su presentación esbozando distintas preguntas que son importantes que consideremos si queremos alcanzar mayor autosuficiencia, si estamos dispuestas a “descolonizar el paladar y dejar algunos productos” que compiten con los de aquí. Y es que mucho de lo que abunda en Puerto Rico pasa por desapercibido o no se consume. “Esta es la triste historia de las frutas de mi país”, canta Mima al final de la canción de su Arca.

Anclada en lo desapercibido, lo inexistente, lo que no se come o se desconoce, la ponencia de Mónica B. Ocasio Vega abordó el lugar de las producciones culturales, específicamente la literatura y la música, en articular las múltiples formas en que se construyen conjuntos de imágenes de escasez y abundancia en el archipiélago puertorriqueño. Nos habló de cómo Mima “guisa un gran sancocho de literatura puertorriqueña” para crear mundos nuevos, donde las relaciones entre lo humano y lo más que humano se entiendan y protejan. Dice Ana Teresa Toro que en la calle no hay crisis de imaginación. Y tiene razón, pues, como subrayó Ocasio Vega, el Arca de Mima refleja una tradición literaria amplia local en torno a la creación de mundos nuevos; una práctica necesaria para lograr la materialización de un paisaje digestivo en donde la abundancia esté legitimada.

Nos fuimos de ese espacio pensando en como el Puerto Rico y el Caribe se representan como tierra abundante y fértil para otros, pero como tierra escasa para sus habitantes.

Esta publicación es parte de La Fiambrera, un proyecto que enlaza mis amores por la investigación en sistemas agroalimentarios, la comida y cocina, al igual que la narrativa. Recibe una fiambrerita todos los domingos. ¿No recibes una fiambrerita semanal? Suscríbete aquí. Puedes acceder el archivo de las pasadas fiambreras aquí y acá puedes ver todas las pasadas columnas.

2 respuestas a ““Hete aquí este paisaje digestivo”: Sobre legitimar a la abundancia”

  1. !Gracias por compartir! Es tan cierto siempre hablamos de la escasez porque eso es lo que siempre nos proyectan. Gracias por este espacio que ayuda a ver mas allá con información muy buena.

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    1. Gracias por tu lectura, Aracelis. Aprovechemos cada vez que podamos para proyectarnos la abundancia que nos rodea.

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