Urge compostar desperdicios orgánicos en Puerto Rico

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Esta columna fue publicada en El Nuevo Día el 12 de febrero de 2024
Será republicada en la serie de ensayos de La Fiambrera del 18 de febrero de 2024


Mi abuela le daba un beso al pan antes de echarlo al zafacón. Somos muchas las personas que nos sentimos mal al echar comida a la basura. Más todavía cuando sabemos que hay tanta gente que, por desigualdades sociales, guerras o impactos climáticos, se acuestan a dormir sin haber comido o con hambre.

El reciente estudio de caracterización de basura, reseñado en este medio, encontró que, en promedio, cada persona en Puerto Rico genera 4.9 libras de desperdicios y que el 30% de lo que hay en los vertederos es categorizado como “orgánico”, sea comida o materia vegetal. Parece entonces que somos muchas las personas en Puerto Rico que botamos comida. En vez de botarla, podemos apostar por un programa de generación de composta a partir de desperdicios orgánicos para reducir ese 30%.

Claro, no todo se puede compostar y cada persona debe ser más responsable. Pero algunos desperdicios orgánicos son incomibles, como cáscaras de frutas, por ejemplo. ¿Cómo sería que eso, en vez de terminar siendo basura en el vertedero, terminase convertido en composta?

Varios lugares han reducido la cantidad de desperdicios orgánicos que llegan a sus vertederos, a la vez que generan un producto beneficioso para nuestros suelos. Las experiencias de Guayaquil, San Francisco, Vermont, Cuba, entre otros ejemplos, nos pudieran servir de guía para hacer algo similar o mejor aquí. Y ya en Puerto Rico tenemos ejemplos de lo posible. La organización TAIS, reseñada en un reportaje especial de este diario, ha sido exitosa en contribuir a reducir este problema, el cual tiene impactos negativos sobre nuestro ambiente y bolsillos. Incluso, diversos grupos agrícolas también han establecido compostas en sus fincas y en colectivo.

Claro, no todo el mundo tiene los recursos para establecer y mantener un sistema de composta. Además, el manejo del gobierno en torno a materiales reciclables y neumáticos reduce la confianza que uno pueda tener en que se establezca un programa nacional. Pero es posible idear un programa sustentable que genere un producto bastante costo-efectivo o que apoye programas existentes. Tenemos vasto conocimiento que ha surgido de investigaciones sobre la composta hechas por la Universidad de Puerto Rico y su Estación Experimental Agrícola sobre cómo desarrollarla y manejarla de manera eficiente. Más ya hay iniciativas que pueden ser apoyadas y replicadas a través de nuestras islas. 

Aparte de contribuir a expandir la vida útil de los vertederos, generar nuestra propia composta ayudaría a que agricultores tengan acceso a un insumo local para sus producciones. Sabemos que los costos de insumos agrícolas han incrementado. La gran mayoría se importa. El que produzcamos uno tan beneficioso como la composta tendría varios efectos positivos. Muchos de nuestros suelos han perdido su materia orgánica debido a prácticas intensivas y otros impactos. La composta es un insumo costo-efectivo y natural que aportaría a su regeneración, redundando en beneficios para la producción agrícola.

El que 30% de nuestra basura en los vertederos sea algo que se puede transformar en composta es una oportunidad perdida y afecta nuestro bienestar. Tenemos los recursos colectivos y el conocimiento para apostar por un programa de generación de composta a partir de desperdicios orgánicos. Hagámoslo.

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