Fui entrevistado para la sección Negocios de El Nuevo Día (2021, 1 de agosto). Charlene Rivera Bonet reseñó nuestros hallazgos sobre los obstáculos que enfrentaron agricultors puertorriqueñs para recuperar sus fincas tras María y las estrategias de adaptación que asumieron luego de embate. Mira el artículo aquí.
A medio camino la recuperación del agro
Por Charlene N. Rivera Bonet, PhD
Por casi cuatro años, el sector agrícola de Puerto Rico ha puesto todo su empeño en revitalizar las cosechas y retomar los niveles de producción que exhibían antes de septiembre de 2017, cuando la combinación de los huracanes Irma y María dejó los cultivos prácticamente en ruinas.
Hasta la fecha, se ha recuperado un 60% de esa producción, según el secretario del Departamento de Agricultura, Ramón González Beiró, pero con la secuencia de terremotos a principios de 2020, seguido por la pandemia y la falta de manos para laborar en las fincas, el fortalecimiento de esta industria se ha visto retrasado.
“Entre cultivos e infraestructura fueron $2,000 millones (en pérdidas)”, precisó el titular de Agricultura en declaraciones escritas.
De hecho, datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, en inglés) apuntan a que el huracán María eliminó el 80% de las cosechas en Puerto Rico, causando pérdidas de, al menos, $200 millones. Entre los cultivos más afectados figura el plátano ($72 millones), guineo ($19 millones), café ($18 millones), leche ($14 millones) y las aves de corral ($6 millones).
Todas esas cifras de pérdidas surtieron un efecto positivo en el sector: utilizando el desastre natural como oportunidad para reinventarse, los agricultores crearon estrategias de siembra más resistentes a futuros ciclones y al cambio climático integrando nuevas prácticas de adaptación en sus cultivos.
Así lo reveló el estudio “Obstáculos para la recuperación y las estrategias para la adaptación al cambio climático entre agricultores puertorriqueños después del huracán María: Un enfoque de métodos mixtos”, publicado en la revista científica Frontiers el pasado 5 de julio, y en el que participó una muestra de 405 agricultores puertorriqueños.
Su autor, Luis Alexis Rodríguez Cruz, un estudiante puertorriqueño graduado de la Universidad de Vermont, detalló las barreras enfrentadas por los agricultores para la recuperación y las variables, tanto económicas como sociales, que impulsaron la capacidad de adaptación en un contexto de desastre.
Pérdidas en el sector agrícola
Según Rodríguez Cruz, en colaboración con el Servicio de Extensión Agrícola del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) de la Universidad de Puerto Rico, el 45.5% de los agricultores reportó haber tenido daños significativos post-María, mientras un 42.5% afirmó haberlo perdido todo.
Los daños sufridos se vinculan a los cultivos (77.6%), infraestructura (69.4%) y animales (27.1%).
En el caso de las plantaciones de plátano y guineo, por ser producciones anuales, pudieron reestablecer las operaciones en un período de 12 a 16 meses, pero “el café quedó un 85% devastado”, indicó Héctor Cordero, presidente de la Asociación de Agricultores de Puerto Rico. Señaló que el 15% del café que sobrevivió fueron plantas pequeñas en estado de desarrollo que pudieron recuperarse luego del huracán.
Por su parte, Iris Jannette Rodríguez Hernández, presidenta del sector de café de la Asociación de Agricultores, explicó que el 85% devastado representa entre 18 millones y 20 millones de árboles de café.
A pesar de que el costo en pérdidas fue de alrededor de $20 millones, los costos de restauración se acercan a los $60 millones, mencionó, entretanto, Jorge F. Sanders, consultor de la industria del café.
Añadió que la proyección de ingreso a nivel de finca para 2017 era de $35 millones, pero debido a las pérdidas, apenas llegó a $5 millones. En los años subsiguientes, hasta 2020, el ingreso totalizó $8 millones. Para este año 2021, se proyecta el doble debido al aumento en cosecha.
Obstáculos para la recuperación
Según el estudio de Rodríguez Cruz, el 90% de los agricultores encuestados reportó haber enfrentado serios obstáculos en ruta hacia la recuperación, siendo el apoyo institucional, la falta de recursos materiales y tecnología, y la escasez de recursos económicos y agrícolas, los principales escollos.
El estudio reveló además que el acceso a semillas fue uno de los grandes problemas con los que se encontraron los agricultores en el año 2017. Este dato fue confirmado por Cordero, Rodríguez Hernández y Sanders, quienes coincidieron en que la escasez de semillas de café fue un gran problema en la isla, ya que el único banco disponible se perdió con el embate de los huracanes Irma y María.
Para paliar los efectos del desastre natural, y evitar la pérdida de grandes cosechas, organizaciones como la Asociación de Productores de Café (PROCAFE) y ConPRmetidos levantaron fondos para importar semillas y salvar lo poco que sobrevivió en la isla.
Asimismo, Sanders explicó que el Proyecto de la Montaña, una iniciativa de ConPRmetidos, otorgó 1,500 árboles de café a 500 agricultores, para un total de 750,000 árboles, además de un manual práctico de técnicas nuevas de siembra. Lo mismo hizo Hispanic Federation, entidad que ha logrado distribuir un (1) millón de arbolitos de café a 660 caficultores en 44 municipios de Puerto Rico.
Por tanto, fueron entidades sin fines de lucro, las mejores aliadas de los agricultores en medio de la tempestad.
Despunta la primera cosecha de café
Actualmente, la industria de café espera realizar la primera cosecha desde el huracán María, pero le podría tomar de ocho a nueve años más poder alcanzar los niveles de producción que tenían previo a septiembre de 2017, indicó Cordero.
Para entonces, se estimaban 100,000 quintales (1 quintal = 100 libras) de café a base de la cantidad de quintales asegurados, y actualmente solo cuentan con 20,000 quintales, dijo por su parte, Rodríguez Hernández.
Otro reto que enfrentaron los agricultores, según el estudio, fue la tardanza en los pagos de las compañías aseguradoras y otras ayudas institucionales.
Cordero indicó que, para recuperarse, muchos agricultores utilizaron sus propios ahorros o los desembolsos de las compañías de seguro (cuando éstas pagaban a tiempo).
“Al sol de hoy, las compañías de seguro no quieren asegurar las estructuras agrícolas”, alertó Cordero, quien terminó de reconstruir las estructuras de sus instalaciones cuatro años después del huracán.
Sin embargo, para Rodríguez Hernández, fue la Corporación de Seguros Agrícolas la primera en responder y otorgar ayudas.
“El Departamento de Agricultura estatal a través de la Corporación de Seguros Agrícolas pagó a los agricultores las pólizas de seguro”, confirmó el secretario de Agricultura. De igual forma, dijo, “se ayudó mediante subsidios a la industria avícola e hidropónico en la reconstrucción de los ranchos. Además, se dio subsidio para reemplazo de ganado lechero y de carne, y se aprobaron subsidios para la compra de planta eléctrica”.
Prácticas de adaptación
“La gente está clara de lo que es el cambio climático”, afirmó el autor del estudio que se centra en la recuperación agrícola en los años posteriores al 2017.
Su expresión se fundamenta en que el 94.7% de los encuestados en su estudio dijo estar de acuerdo o totalmente de acuerdo con que el clima está cambiando a nivel global.
Tomando esto en cuenta, y habiendo vivido de primera mano el impacto de un ciclón tan potente como María, el 49% de los encuestados integró al menos, una nueva práctica de adaptación para recuperar el estado original de sus cultivos, o transformar sus sistemas a unos resistentes al cambio climático.
Entre las principales técnicas adoptadas figura el manejo integrado de plagas; la rotación y diversificación de cultivos; siembras al contorno; y la creación de composta.
“Fue una escuela para todo el mundo”, expresó Cordero, quien agregó que los agricultores que trabajan a base de estructuras, como vaquerías, optaron por construir estructuras más fuertes.
Por su parte, Sanders indicó que se sembraron variedades de plantas de café que se pueden cosechar en dos años, en vez de tres, plantas más resistentes a plagas, y diversificaron sus cultivos para tener fondos asegurados a través de otras siembras, como cítricos, plátano, guineos, yautía y ñame, mientras su cosecha principal –el café– se recoge.
Mientras esto sucede de forma independiente en las fincas de la isla, el Departamento de Agricultura afirmó estar priorizando los proyectos de energía renovable, subsidiando la compra de plantas eléctricas y fomentando los cultivos en ambientes controlados para el uso eficiente de los recursos.
“Además, se están modernizando los sistemas de riego convirtiéndolos en unos más eficientes para utilizar mejor el recurso del agua y se está promoviendo la utilización de suelos en fincas para un uso con cultivos más apropiados”, añadió González Beiró.
Por otro lado, sostuvo, se está incentivando la siembra de pastos mejorados que son resistentes a mayores épocas de sequía proveyendo alimentación adecuada y suficiente para los animales y disminuyendo la importación de grano.
Referente a la industria pesquera, dijo que se están utilizando métodos tradicionales de pesca y promoviendo la pesca de profundidad fuera de plataforma.
Variada la capacidad de adaptación
La integración de estas nuevas prácticas dependió de lo que Rodríguez Cruz llama capacidad de adaptación.
“La adopción de esas prácticas refleja, en cierto modo, la capacidad de adaptación y nos permite saber qué áreas se pueden fortificar o requieren atención para propiciar que agricultores tengan los recursos para adaptarse al cambio climático a través de la adopción de prácticas y estrategias que resistan impactos”, explicó el autor del estudio.
Cabe señalar que la implementación de nuevas prácticas de adaptación estuvo influenciada por factores, como por ejemplo, las instituciones u organizaciones que brindaron servicios a los agricultores, los niveles de educación de éstos, e incluso, el tamaño de sus fincas.
El estudio también reveló que algunos agricultores tenían la intención de implantar nuevas técnicas de adaptación, pero no pudieron por diversas razones.
“Lo que nos sugieren los datos de este estudio es que, en ese momento de destrucción, había ganas y oportunidad de crear sistemas que fueran más resistentes a estos impactos, pero no podemos pretender que eso sea responsabilidad única del agricultor como individuo”, señaló Rodríguez Cruz.
En esa línea, el presidente de la Asociación de Agricultores afirmó que solicitaron subvenciones en el gobierno federal, y gracias a eso, pudieron hacer ciertos ajustes en sus fincas.
Por ejemplo, a través del USDA, recibieron $12 millones para alimentos para el ganado de leche. Sin embargo, otras ayudas, como lo fue una asignación de $21 millones aprobada por el gobierno federal para la industria del café, o la donación de $2 millones en semillas de café ofrecidas por Starbucks, nunca fueron endosadas por el gobierno estatal del pasado cuatrienio, razón por la cual se perdieron esos fondos sin explicación ni razón alguna de parte de las autoridades, explicó Cordero y luego replicó Rodríguez Hernández.
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