Esta es la segunda entrega de una serie sobre seguridad y soberanía alimentarias y seguridad nutricional en Puerto Rico.
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Esta publicación fue parte de la fiambrerita del 23 de junio de 2024.

1.
Hace poco leí una columna que decía algo así: la gente que promueve la soberanía alimentaria en Puerto Rico está errada porque aquí no se puede producir el 100% de los alimentos. Por otro lado, en una reciente entrevista, enfocada en la posible transición del PAN a SNAP, el comentarista le preguntó al interlocutor su afán de incluir la soberanía alimentaria en los debates de la transición, pues es poco probable que en Puerto Rico se produzcan todos los alimentos que necesitamos. Y por ahí he escuchado comentarios similares en televisión, en reels de Instagram y en actividades que he ido. Parece como si se entendiera generalmente en Puerto Rico que un sitio con soberanía alimentaria es un “sitio que produce todo lo que necesita comer”. Eso no es correcto.
La soberanía alimentaria, en términos generales, se refiere a la injerencia que debe tener la gente, al derecho que deben tener, para decidir cómo funciona su sistema agroalimentario—desde la producción hasta el descarte de los alimentos. Tú puedes producir todo lo que tú quieras, pero si esa producción es injusta, si va en detrimento del lugar y de quiénes la producen y la comen, pues se carece de soberanía alimentaria, se carece de soberanía sobre los alimentos.
2.
La soberanía alimentaria me es familiar, conozco el concepto, mayormente por mis intereses y estudios en las dimensiones sociales de la agricultura y la pesca. Reconozco que no todo el mundo tiene (o quiere) eso. Más aquí en Puerto Rico no todas las personas han podido obrar una conexión con la tierra y la mar. No son muchas las personas que nacen en familias agrícolas o pesqueras, o que se crían en entornos que le permitan generar tal conexión. Por lo que uno debe ser cuidadoso en criticar. Pero eso no impide señalar cuándo se hace uso de un término sin haber leído de su trasfondo, sin preguntarle a la gente que significa para ellos o por qué lo utilizan.
Somos seres simbólicos. Las palabras, términos y conceptos, reflejan ideas, nos son útiles para entendernos y entender nuestro entorno, para abordar asuntos. Por lo que es importante conocer qué significa lo que decimos. Noto que se repite aquí la soberanía alimentaria como sinónimo de “producirlo todo”. Y en esos ejemplos que di al principio no definían, no preguntaban de dónde sale o qué significa soberanía alimentaria, ni de su historia. ¿Quizás lo entienden como un elemento de la seguridad alimentaria?
3.
Ese término es de uso más común en Puerto Rico. La seguridad alimentaria se refiere, en general, a que las personas tengan acceso todo el tiempo a alimentos sanos que aporten a su calidad de vida. Aquí se han hecho informes gubernamentales sobre seguridad alimentaria, se enseña en la universidad, se utiliza para guiar planes de trabajo… Desde María es más y más visible en distintas conversaciones. Estamos más conscientes de lo importante que es que haya comida, que haya producción. En fin, noto que se utiliza mejor en discusiones públicas.
Seguridad alimentaria como término fue concebido alrededor de la Segunda Guerra Mundial y tiene un enfoque más productivista y económico. Está algo atado al enfoque agroindustrial que impulsa la maximización de ganancias y producción. Aunque hoy día la seguridad alimentaria tiene una definición más abarcadora que lo divide en cuatro pilares (acceso, utilización, disponibilidad y estabilidad), carece de elementos estructurales, de justicia, de política pública, entre otros, en su definición y aplicación. Sabemos que la inseguridad alimentaria no es de origen individual y que refleja vulnerabilidades históricas. No todo es económico.
4.
La soberanía alimentaria, entonces, tiene como objetivo incluir esos elementos, llenar esos vacíos. Según la Declaración de Nyélény, “es el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas de producción, distribución y consumo de alimentos y a poder producir, localmente, comida sana, nutritiva y culturalmente adecuada”. Como concepto nos ayuda a no ignorar las dimensiones sociales en torno a la producción, procesamiento, consumo y descarte de alimentos, entre otras consideraciones.
Vuelvo, somos seres simbólicos. Las palabras importan. No olvidemos que esos conceptos guían políticas públicas, tratados internacionales, desarrollo de intervenciones y programas de ayuda humanitaria… Hacer una ley enmarcada en la soberanía alimentaria se va a ver bien distinta de una enmarcada en la seguridad alimentaria. Incluso, las variables de un estudio informado por los parámetros de la seguridad alimentaria también se verán distintas de las de uno guiado por un marco teórico informado por la soberanía alimentaria.
Quiénes forjaron ese concepto, en su gran mayoría campesinos del sur global agrupados en La Vía Campesina, buscaban dar visibilidad a derechos ignorados, a que cuándo se vaya a decidir sobre el sistema agroalimentario, se tenga consciencia de las dinámicas que puedan perpetuar injusticias y vulnerabilidades. Tengamos presente que gran cantidad de los alimentos del planeta son producidos por personas que cultivan menos de 24 cuerdas y cuyos derechos, en muchas instancias, no se les validan. Esas luchas que han llevado a cabo han logrado incluso que la Organización de Agricultura y Alimentos, la FAO de las Naciones Unidas, haya acogido gran parte de los postulados de la soberanía alimentaria e integrado algunos principios. No del todo, claro, falta mucho; pero, se han visto logros.
5.
Yo sé que es difícil lograr consenso sobre algunas palabras o conceptos, sobre ideas. Por eso ayuda reconocer y entender qué significan dado sus orígenes. Soberanía alimentaria no significa “producirlo todo”. Erramos en entenderlo así. –Otro error es pensar que para tener soberanía alimentaria en Puerto Rico debemos ser soberanos políticamente, recordemos que hay distintos niveles, pero eso es otro ensayo…
Cuando se dice que Puerto Rico merece soberanía alimentaria, se refiere a eso, a que Puerto Rico, a que quiénes vivimos aquí, particularmente quiénes viven de la agricultura y la pesca, tengan injerencia y derecho sobre la gobernanza de su sistema agroalimentario. A que se pueda producir y comer, más allá de lograr fines económicos. Que lo que rija ese sistema no vaya en detrimento de la calidad de vida de las personas. A que se reconozcan nuestras historias, particularmente los saberes ancestrales sobre la comida y nuestro entorno. Implica que haya comida para comer con alegría y gozo, no solo para vender. Todo eso es posible en gran medida aún dentro de nuestro contexto sociopolítico subordinado.
Sí, hay que producir, hay que producir todo lo que se pueda, pero lo debemos hacer de una manera que sea justa para las personas y que salvaguarde nuestro ambiente. Soberanía alimentaria no es sinónimo de “producirlo todo”, es sinónimo de justicia, respeto, equidad, solidaridad y empatía en torno a nuestro sistema agroalimentario.
Esta es la segunda entrega de una serie sobre seguridad y soberanía alimentarias y seguridad nutricional en Puerto Rico. Lee la primera aquí.
Esta publicación es parte de La Fiambrera, un proyecto que enlaza mis amores por la investigación en sistemas agroalimentarios, la comida y cocina, al igual que la narrativa. Recibe una fiambrerita todos los domingos. ¿No recibes una fiambrerita semanal? Suscríbete aquí. Puedes acceder el archivo de las pasadas fiambreras aquí y acá puedes ver todas las pasadas columnas.
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