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Esta columna fue parte de la fiambrerita del 5 de novimebre de 2023.
Metimos las lechugas y otras hojas en la nevera o walking cooler—en buen español—luego de cosecharlas. El airecito evitaba que se entristecieran. Quiénes cultivan y cosechan en el sur saben que el sol azota, aunque en gran parte de Puerto Rico el calor abrasa igual. Esa nevera grande funciona gracias a placas solares que instalaron en esa finca, la cual es una de varias fincas en Puerto Rico que se han movido a energía renovable para sostener sus operaciones. Hay maneras apropiadas de incorporar la tecnología en la producción agrícola. Pero una cosa es usar placas solares en una finca y otra es usar una finca para placas solares. Nuestros terrenos agrícolas deben utilizarse para la producción de alimentos, no para proyectos grandes de placas solares. Tenemos bastantes terrenos no agrícolas, techos y estacionamientos para producir energía solar. ¿Por qué hacerlo en terrenos que se pueden arar y sembrar?
Defensores y proponentes del uso de terrenos agrícolas para proyectos fotovoltáicos han dicho que esos terrenos están abandonados o que nadie los quiere usar. Aquí en Puerto Rico hay mucha gente que quiere hacer agricultura, pero acceder a terrenos públicos de la Autoridad de Tierras o conseguir y adquirir terrenos para producir es una misión que requiere recursos financieros, administrativos y de tiempo que no mucha gente tiene. Si así como hacen de sencillo la adquisición de terrenos para proyectos industriales, lo hicieran para proyectos agrícolas de pequeña escala…
El Plan de Uso de Terrenos clasifica los terrenos que se quieren utilizar para esos proyectos de energía como suelo rústico especialmente protegido. Y hay otros terrenos establecidos por ley como reservas agrícolas. O sea, el enfoque principal de esos terrenos es producir alimento. Está bien que busquemos generar energía limpia y que implementemos tecnología en fincas de una manera apropiada. Lo que no está bien es querer sembrar placas en lugares donde se pudieran cosechar alimentos.
En Puerto Rico estamos de acuerdo en que debemos movernos a fuentes de energía renovables. Y existen diversas fuentes o maneras de producir y distribuir energía de manera eficiente. Incluso, hay gran interés en el sector agrícola por generar su propia electricidad. En un estudio que lideré en el 2018, de 405 agricultores encuestados, 9% dijo que ya había instalado placas para adaptarse al cambio climático y 59% comentó que tenían la intención de hacerlo. Puede haber un buen balance entre tecnología y producción agrícola. Esa finca de Ponce siembra menos de 5 cuerdas. En el techo de la estructura donde guardan sus herramientas y procesan las cosechas es donde ubican las placas. La energía que generan les permite funcionar adecuadamente.
En un reciente foro del Departamento de Agricultura, se incluyó el tema de los sistemas agrivoltáicos (agrivoltaics). Estos son definidos por los Centros Climáticos del USDA como sistemas que “[usan] la tierra tanto para la agricultura como para la generación de energía solar fotovoltaica. También se conoce como agrisolar, solar de doble uso o solar de bajo impacto”. Pero cuidado, no quiere decir que es uso de tierra agrícola solo para la generación eléctrica. He visto y escuchado algunos argumentos en pro del uso de tierras agrícolas para proyectos grandes de placas solares haciendo alusión a que son proyectos sustentables, agrivoltáicos. Pero están lejos de esa definición, son un claro ejemplo del greenwashing o de hacer ver algo como “verde” cuando en realidad no lo es.
Es importante que se lleve a cabo una transición a energía renovable en Puerto Rico. Tenemos mucho techo y espacio para ello. Claro, eso tiene sus límites. No todos los techos son aptos y hay una cuestión sobre si la cantidad disponible es apropiada. Sin embargo, los que tenemos nos pudieran permitir generar buena parte de energía. A eso se le suman parkings, terrenos contaminados, como vertederos, por ejemplo, y otros que no se puedan arar o utilizar para proyectos agrícolas. Además, existen otras fuentes de energía renovable, como la hidroeléctrica, biodigestoras, entre otras. También se pudieran desarrollar microrredes.
Dicen que solo se impactaría menos del 5% de terrenos agrícolas de la Autoridad de Tierras para proyectos que se han propuesto recientemente. Un reciente reportaje indicó que hay varios proyectos que pudieran impactar 5,097.85 cuerdas de terreno. El 5% de las 85,000 cuerdas agrícolas bajo la Autoridad equivale a 4,250 cuerdas. ¿Tú sabes toda la comida que se puede producir ahí? Eso no es poca cosa. Me da la impresión que dicen 3, 4, 5% como para que se escuche que es poco. Si algo nos enseñaron los huracanes del 2017, es que no se puede desperdiciar ni un cantito de tierra que pueda producir alimentos. Por lo que debemos hacer lo posible para que esas tierras productivas estén accesibles a quiénes las quieran sembrar y evitar que se utilicen y afecten por proyectos grandes de placas solares.
Esta columna es parte de La Fiambrera, un proyecto que enlaza mis amores por la investigación en sistemas agroalimentarios, la comida y cocina, al igual que la narrativa. Recibe una fiambrerita todos los domingos. ¿No recibes una fiambrerita semanal? Suscríbete aquí. Puedes acceder el archivo de las pasadas fiambreras aquí y acá puedes ver todas las pasadas columnas.
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