Después de los supermercados, ¿qué?: Mis impresiones de un reciente panel

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Esta publicación fue parte de la fiambrerita del 17 de noviembre de 2024.


En Puerto Rico existe una diversidad de espacios que nos dejan saber que es posible repensar o transformar la manera en la que producimos, procesamos, distribuimos, consumimos y descartamos alimentos. Son ejemplos de lo posible. Y hablé con tres mujeres que trabajan en tres de esos tantos proyectos, en la segunda edición de La comida como cultura: Diálogos de sobremesa. Se llevó a cabo el pasado 10 de noviembre, en el Museo de Arte Contemporáneo.

Esta edición giró en torno al supermercado, un espacio que refleja cómo funciona nuestro sistema agroalimentario. Se presentó allí sobre la historia de estos en Puerto Rico, de lo que se vende allí y de las dinámicas que los componen: compra y venta, acceso y competencias, entre otros aspectos. Y también se habló sobre espacios alternativos a estos, en donde personas con producciones agrícolas de pequeña escala o agroecológicas tienen mayor injerencia o acceso. Ese fue el panel que yo moderé: Después de los supermercados, ¿qué?

Naia Seda, agricultora de la finca Nueva Cosecha en Lajas, nos habló sobre el trabajo que lleva haciendo la Cooperativa Orgánica Madre Tierra hace más de diez años en pro del agro local. Ella subrayó el aspecto relacional que se da en esos espacios: interacciones de tú a tú con personas agricultoras, oportunidades para tener conversaciones y conocer sobre temas que no necesariamente se dan en un supermercado convencional. Y es que en el supermercado el alimento se promueve más como cosa u objeto. Eso hace complicado entender el productos como algo que está allí gracias a las labores de personas que sienten y padecen. Y es que quienes trabajan la tierra en Puerto Rico enfrentan dificultades—o no tienen los medios—para que lo que cosechan o pescan estén en las góndolas de los supermercados. Más hay elementos sociales y políticos que no permite que muchas personas puedan comprar esos productos.

Miliany Berrios Arroyo nos habló sobre cómo Al Sol de Hoy, radicado en Barranquitas, permite que pequeños productores de la montaña tengan un medio para distribuir y vender sus productos. Tienen un proyecto de agricultura apoyada por la comunidad (CSA, inglés); la suscripción a la cajita nutritiva, la cual se distribuye en gasolineras de distintos municipios. Esto puede ayudar a que los productos locales sean más accesibles, en términos de costos y localidad.  No obstante, se reconoce que en Puerto Rico no todo el mundo come tres veces al día y que la precariedad económica, social y hasta de infraestructura, hacen difícil el que las personas consuman productos locales, aun queriendo apoyarlos.

Marisel Robles Gutiérrez, coordinadora del Super Solidario, un supermercado gestionado por Comedores Sociales bajo el modelo del cooperativismo y justicia alimentaria, conoce bien de cerca las vulnerabilidades que viven las personas en Puerto Rico. Aquí hay mucha gente que pasa hambre. Ella recalcó que estos lugares—mercados agrícolas independientes, cooperativas, colaboraciones agroecológicas, entre otros modelos—permiten que confrontemos dinámicas de poder, las cuales generan desigualdad y colocan la toma de decisiones sobre nuestro sistema agroalimentario en manos de unos pocos. O en manos que no están cultivando la tierra ni pescando en nuestras aguas.

Las tres panelistas tomaron espacio para comentar sobre sus propias experiencias, ya fuese como madres, estudiantes, dueñas de negocio o activistas. El supermercado permite conveniencia y accesibilidad. Muchas personas, si no todas, vamos allí a comprar nuestros productos. Más, cabe recalcar, las estructuras actuales—políticas públicas, regulaciones, etc.—no necesariamente apoyan o permiten que espacios o proyectos alternativos al modelo convencional sean sencillos de gestionar. Hay productores locales que tienen las habilidades y recursos para navegar la burocracia y las dinámicas de poder de las que hablamos, pero esa no es la realidad de la mayoría.

Entonces, pensando nuestra realidad sociopolítica, ¿qué se puede modificar, cambiar, eliminar o hacer para que espacios como la Cooperativa Orgánica Madre Tierra y fincas diversificadas con más de cincuenta variedades de frutas como la de Naia Seda proliferen a través de nuestras islas? ¿Para que proyectos de distribución justa como el de Al Sol de Hoy que maneja Miliany Berrios Arroyo y espacios que validan y trabajan para erradicar el hambre que existe en Puerto Rico, como Super Solidario, donde labora Marisel Robles Gutiérrez, puedan persistir y replicarse? Y que sean una opción para la gran mayoría de las personas.

Es complicado contestar eso, pero se puede ir imaginando cómo sería ese futuro positivo—y claro, “lo positivo” puede variar de persona en persona. Pero en algo concordamos: debemos apoyar estos modelos que son justos para productores y consumidores, siempre que podamos. 

Después de los supermercados, ¿qué?

Esta publicación es parte de La Fiambrera, un proyecto que enlaza mis amores por la investigación en sistemas agroalimentarios, la comida y cocina, al igual que la narrativa. Recibe una fiambrerita todos los domingos. ¿No recibes una fiambrerita semanal? Suscríbete aquí. Puedes acceder el archivo de las pasadas fiambreras aquí y acá puedes ver todas las pasadas columnas.

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