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Fue parte de la fiambrera del 28 de mayo de 2023.
Las gotitas de sudor que me recorrían la espalda me sacaban de concentración. Estaba cargando un saco como con ocho semillas de plátano, ayudando a mi amiga en su finca, unos días después del huracán Fiona. Hay que caminar diagonal por la jalda para evitar caerse. Resbalé más de una vez, conste. Me sentía como primer lugar en un maratón cada vez que llegaba a la base del talú y echaba las semillas en la carretilla. El trabajo agrícola no es tarea fácil.
El tema de la mano de obra agrícola fue protagonista esta semana. Mucha gente en mi Facebook compartió un post que anunciaba un trabajo temporero en la finca Campo Alegre en Arecibo, de 6am a 3pm, a $80 el día, para recoger piñas que estaban en peligro de perderse. Cuando el tema de la falta de mano de obra sale a luz, junto a él le acompañan esas narrativas que tienen de base nociones de pobres fundamentos: la narrativa de que la gente no quiere trabajar, de que la gente es vaga.

Debemos tomar ese asunto con pinzas, desmenuzarlo, matizarlo; porque si solo nos enfocamos en lo individual, dejamos pasar por desapercibidos elementos políticos y sociales que inciden en las condiciones laborales o en la capacidad de muchos agricultores de proveer buenos salarios. Para tener una mano de obra agrícola estable se necesita que se les pague adecuadamente y de manera constante. Para ello se requiere que se generen las condiciones adecuadas para reducirles el riesgo de pérdida a nuestras producciones y hacerlas menos costosas.
La falta de obreros agrícolas es una situación real. En los pasados siete años, he entrevistado, trabajado y encuestado a más de 500 agricultores de Puerto Rico, desde quiénes siembran media cuerda hasta los que operan fincas de 450 cuerdas. Cuando hablamos de obstáculos, la falta de mano de obra siempre es de los más comunes.
Según el último censo agrícola del 2018, se habían contratado 21,029 trabajadores agrícolas; la mayoría trabajó 5 meses o menos, pues muchas veces son trabajos temporeros. El reciente informe de “Estadísticas de Empleo y Salarios por Ocupación” del Departamento del Trabajo indica que el salario promedio por hora de trabajos relacionados a lo agrícola y la pesca es de $10.18, por debajo del promedio actual de Puerto Rico de $15.54. Cabe destacar que el 75% de los trabajadores agrícolas ganan menos de $9 la hora. Bajo el post mucha gente criticaba el salario y otra parte compartía la narrativa mencionada: la de poner los vagos a trabajar, de que la gente que recibe ayudas vaya a las fincas.
El salario agrícola se puede complementar con el PAN y Medicaid, pues esos ingresos no afectan elegibilidad, pero eso no elimina que en muchas ocasiones no es un trabajo estable. A eso se le añade que es un trabajo a la intemperie—bajo el sol caliente, donde la persona se expone a riesgos ocupaciones. Además, la exposición a sequías y fenómenos atmosféricos imponen aún más retos a ese tipo de trabajo. Basta un día de lluvias y vientos fuertes para dañar una producción que tarda meses en ser cosechada.
Luis Rivero Cubano, exsecretario de Agricultura y consultor que trabaja en la administración de Campo Alegre, le comentaba a Julio Rivera Saniel que han recurrido a las visas H2A para que obreros extranjeros vengan a trabajarles y así mitigar la falta de mano de obra local. Campo Alegre tiene 500 cuerdas, 250 de ellas en producción. Y según entendí, quieren trabajar otra finca de 500 cuerdas. Si una finca de ese calibre y con un andamiaje administrativo fuerte, enfrenta esos escollos, imagínese alguien con menos recursos. La mayoría de los agricultores en Puerto Rico trabajan fincas de menos de 50 cuerdas y ostentan un salario anual de $20,000 o menos. (Y debemos aclarar que no todos los agricultores son obreros agrícolas y viceversa).
Claro, hay incentivos y subsidios que ayudan a disminuir precios de insumos, a asegurar productos, a adquirir herramientas y materiales, también para pagar salarios. Sin embargo, búsquese los requisitos y mire el papeleo que hay que llenar; aparte de eso, la empleomanía del Departamento de Agricultura tampoco tiene la capacidad de antes. Yo colaboré con una agrónoma que era ella sola para más de 100 agricultores de su región. A lo que voy es: a gran parte de los agricultores u operadores principales de fincas se les hace difícil mantener empleos constantes y bien pagos, pues, como muchos dueños de negocios, tienen que navegar procesos difíciles y más se enfrentan a riesgos ambientales. Entonces, ¿por qué andar diciendo que la gente no quiere trabajar cuando las condiciones no son las más adecuadas para el empleado y el empleador? (Y sé que en esta columna me falta añadir cuestiones culturales (ej. cómo vemos el trabajo agrícola) e históricas también (ej. políticas públicas), pero será en otra ocasión).
Mi amiga está consciente de esos retos relacionados a la mano de obra agrícola. Hace lo posible para pagar entre $15-20, pero es complicado. En la entrevista con Radio Isla, Rivero Cubano mencionaba que lograron cubrir las plazas. Enfatizó en que sí hay gente que quiere trabajar la tierra y concuerdo con él. Entonces, ¿por qué el Departamento de Agricultura y otras agencias relacionadas a permisos y demás se lo hace tan difícil a la gente para acceder tierras, solicitar servicios y programas? Y para colmo, produces y luego no puedes vender porque compites de manera desleal con productos importados. Antes estaba el programa de garantía de precios y entiendo que el Departamento de Agricultura también compraba productos. No olvidemos que antes de los 90 producíamos casi el 50% de nuestros alimentos.
Si le reducimos los riesgos a los agricultores y generamos un andamiaje de compra y venta de productos estable y constante, se pudieran crear las condiciones para que un obrero agrícola gane más de 9$ la hora y tenga un trabajo constante y estable. Además de proveerle oportunidades a las cientos de personas que quiere trabajar la tierra. ¿Será que ya es tiempo de repensar nuestro sistema agroalimentario?
Esta columna es parte de La Fiambrera, un proyecto que enlaza mis amores por la investigación en sistemas agroalimentarios, la comida y cocina, al igual que la narrativa. Recibe una fiambrerita todos los domingos. Suscríbete aquí.
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