Para no sufrir (tanto) en la escuela graduada: Parte 1

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Click here to read the English version of this post on the steps I took to lessen the suffering before, and during my PhD track.


La poeta argentina, Sol Fantin, dice en uno de sus poemas que el problema del tiempo no es que sea corto, sino fugaz. Ese verso siempre lo tengo en la punta de la lengua. El pasado 28 de agosto del 2018, cumplí un año como estudiante doctoral. Mi intención para realizar un doctorado yace en mi interés por ser un investigador independiente. Recordemos que tener un doctorado es eso: tener un doctorado. Ahora, ¿qué queremos hacer con él? ¿Por qué lo necesitamos? Es bien importante tener eso bastante claro antes de tirarnos la maroma. Comencé mi PhD en sistemas agroalimentarios en la Universidad de Vermont con mucha emoción, pero no todo ha sido de colores que me gustan.

Muchos han sido los factores que me aumentan las ganas de quitarme y mandar to’ pa’l carajo. Pero de verdad que no me arrepiento de haberme tirado de pecho para completar esta meta. No todo el mundo tiene la oportunidad, el privilegio o los medios para realizar un PhD. Conste, eso no quiere decir que sea súper fácil hacer un doctorado, pero tenemos que estar conscientes de que para muchas personas es más difícil debido a sus circunstancias. Dejando esto claro, aprovecharé este espacio para compartir mi experiencia sin la intención de generalizar o invalidar otras experiencias. En este primer blog-post, escribiré acerca de las distintas cosas que para mí son importante tomar en cuenta antes de comenzar (y durante) el PhD. Las que funcionaron y las que no. Y también contaré acerca de aquellas otras que no sabía de su importancia o que ignoré.

  1. La relación académica más importante será con tu consejera/o. Algunos programas exigen que proveas una carta de apoyo de alguien de la facultad con tu admisión. Otros, mas bien aquellos relacionados al laboratorio, te permiten realizar rotaciones y entrevistas para llevar a cabo la decisión. Esa persona será tu guía durante tus años de estudio. Por lo que es bien importante que tengan intereses de investigación y valores similares. Mi programa exigía una carta de apoyo. Así que antes de enviar un email a la persona, reflexioné acerca de lo que Yo quería hacer en el PhD y de mis intereses investigativos. Hice una lista y la persona #1 fue Meredith Niles. Recuerdo que le escribí y recibí un “no” no tan rotundo. Seguí jodiendo hasta lograr el “sí”. Tenemos una relación extraordinaria y su apoyo incondicional me mantiene de pie. Muchas personas que conozco no la están pasando tan bien con sus advisers. Así como esta persona puede ayudarte a pavimentar un gran camino, puede también llenártelo de obstáculos. Ten en cuenta que existen mecanismos para cambia de consejera/o.
  2. El currículo importa. Eso fue lo primero que busqué cuando me decidí a hacer un PhD. Estaba interesado en proseguir estudios graduados en algún campo que se dedicara a estudiar sistemas. Todo está conectado y no podemos ser reduccionistas. Y más cuando queremos entender porqué ocurre lo que ocurre en nuestros sistemas agroalimentarios. Muchos programas que encontré tenían un enfoque mayormente desde las humanidades. Mi trasfondo es en ciencias naturales, por lo que se me habría hecho súper difícil emprender en ese campo. Di con el programa de Vermont en una revista. Vi en ese programa, Food Systems, el balance perfecto entre todas las disciplinas. Me leí el currículo, busqué prontuarios, hablé con la coordinadora del programa, verifiqué quienes eran las personas docentes de allí, etc. Pero lo que verdaderamente me hizo elegir el programa fue la emoción que sentí. Si el currículo no te emociona, si lo que hacen allí no te llena de curiosidad, pichea y mira pa’ otro lado.
  3. También importa dónde está ubicada la universidad. Vermont y yo estamos reconciliándonos. Yo no conocía mucho de este lugar. Más no había vivido fuera de Puerto Rico antes de mudarme al “estado de los montes verdes”. Lo único que sabía de este lugar eran sus políticas progresistas. Cuando decía que vendría para acá, lo primero en escuchar era lo horrible que sería el invierno. No le di importancia. Aun sabiendo que mi único invierno vivido era el tropical. Pues debo admitir que esos seis meses de frío y días grises me azotaron. Había días en los que lloraba sin alguna razón. No comía, no salía con amistades, fracasé en clases y proyectos. Me maltraté mucho. Estoy acostumbrado al sol caribeño y a la sandunga, y eso no lo hay acá. Ya acepté mi vulnerabilidad y sé que estaré mejor preparado para este nuevo año académico. Así que antes de mudarte haz una investigación profunda del lugar, de su geografía y gente, de su política. También, si para ti es importante volar a tu hogar de vez en cuando, cuidado con escoger una ciudad con un aeropuerto pequeño.
  4. Establecer una red de apoyo debe ser una prioridad. Habiendo confesado la tristeza que me embargó en aquel momento, una de las mejores herramientas que tuve para ello fue la terapia. La escritora Ana Tersa Toro dice que la terapia es el mejor regalo que una persona puede hacerse. Y le doy la razón. Tener un espacio que nos permita reflexionar y desarrollar herramientas adaptadas a nuestras circunstancias emocionales es extraordinario para no destruirnos. Toro dice que el proceso aterra y espanta, pero que la ligereza que viene después es la máxima recompensa. La mayoría de las universidades tienen programas de consejería y recursos psicológicos. Haz una cita y comienza a adquirir una higiene emocional. Ah, y tampoco pueden faltar las amistades. Tengo muchas amistades haciendo el PhD y siempre es maravilloso compartir nuestras vivencias y lo que hacemos para continuar hacia adelante. La escuela graduada puede ser un lugar tóxico. Por lo que el autocuido, como dice Raquela Delgado Valentín, es un acto revolucionario, una forma de resistencia. Además, si tenemos el privilegio de exponer nuestra vulnerabilidad y gozamos de acceso a esos servicios, debemos compartir nuestra experiencia. Para mí eso es bien importante porque entiendo ayuda a minimizar ese estigma hacia las personas que hacen uso de tales ayudas.
  5. Hacer ejercicio deberá ser también una prioridad. Recuerdo que, en enero, cuando la nieve no paraba, hacia ejercicio casi todos los días y le bajé al alcohol. Lo hice porque tenía una conferencia en febrero y los pantalones no me cerraban. Obviamente no iba a comprar unos nuevos. Logré bajar dos pulgadas y media en ese mes. Luego de la conferencia, eché hacia un lado esa rutina. Y enero fue el mes en el que menos triste estuve. Estaba tan enfocado en los beneficios superficiales, de apariencia, del ejercicio que ignoré todo aquello que le suma a nuestro bienestar. Treinta minutos, tres días a la semana, bastan para comenzar a notar sus beneficios. (Conste, tienes que poner ese corazón a correr.) Me propuse comenzar mi rutina nuevamente y será algo que no obviaré durante el próximo invierno. Mira este TED para que conozcas más de los beneficios del ejercicio más a fondo.
  6. El bolsillo va a sufrir. A diferencia de doctorados profesionales como medicina, psicología y otros, los PhD (doctorado en filosofía) casi siempre son subvencionados. Es importante que antes de zumbarte a solicitar y comenzar los procesos, verifiques si el programa provee fondos. No solo para pagar la matrícula, sino para estipendio también. Muchos exigen que completes horas como ayudante de cátedra y/o de investigación. Otras opciones pueden ser los fellowships u otras becas externas que te subvencionen el grado. Importante destacar que algunos programas solo proveen fondos para tres años. Y la mayoría de los doctorados conllevan 5 años. Pregunta qué pasará al cabo del término. También, haz una evaluación del costo de vida de la ciudad donde se ubica la universidad y si esta provee alojamiento. La deuda por préstamos estudiantiles es cosa seria. Así que si podemos hacer algo para minimizar el uso de estos, debemos incurrir en ello. Si el dinero para ti no es un issue, pues tendrás más puertas dispuestas a abrirse por ti.
  7. Una maestría y/o una experiencia laboral previa viene(n) bien. Si algo he agradecido durante este primer año en el doctorado, ha sido mi maestría de El Colegio de Mayagüez. Muchos doctorados no exigen que quien solicite ostente el grado. Mas bien se enfocan en experiencias de investigación y otros factores. PERO, el tener MS o MA te puede proveer mayores cualificaciones. Además, durante mis años de maestría pude formarme mejor y aprender lo que es ser un estudiante graduado. En mi bachillerato no tuve muchas experiencias investigativas en sistemas agroalimentarios, por lo que mi maestría me proveyó la oportunidad. En El Colegio también di clases y trabajé en un proyecto de Extensión Agrícola. Esto me ha abierto muchas puertas en Vermont. Mas también sirvió para que un departamento que no es el mío, me subvencionara el grado. De igual manera, el tener maestría reduce la probabilidad de necesitar un posdoctorado para conseguir trabajo en la academia. (Si es que esa es tu meta).
  8. Aprovecha cuanta oportunidad aparezca que te saque de la universidad. Durante mis años de bachillerato, cometí el error de no participar en conferencias ni internados. Otro fue el cantar durante mi maestría. Intenta estar pendiente de conferencias relacionadas a tu disciplina o áreas de interés. No necesariamente tienes que ir a exponer, puedes ir a aprender y conocer gente. También hay muchos programas enfocados en adiestramientos y desarrollo profesional. Ciencia Puerto Rico tiene la Yale Ciencia Academy. Este programa es excelente para estudiantes doctorales de primer año. Es importante salirse de la zona de confort. Muchas veces no solicité a tales programas por miedo o vergüenza. No me sentía capaz o preparado para participar. Aún tengo muchas inseguridades. Pero gracias al apoyo de mis amistades y de lo que he logrado gracias a la terapia, a diferencia de varios años atrás, ya me atrevo a solicitar y a ponerme en el spotlight.

De seguro, existen muchos otros factores a tomar en consideración antes de tomar la decisión de (y luego de) comenzar un doctorado. Mientras más conozcas, más converses acerca de esa decisión, será más llevadera la cosa. Te lo aseguro. Si tú que me lees eres (o fuiste) estudiante doctoral, cuéntame, ¿qué me faltó añadir? ¿qué otras cosas tú tomaste en cuenta o ignoraste? ¿qué te ha ayudado a sobrellevar esta experiencia? Es importante que compartamos nuestras historias, pues muchas de ellas no son únicas de nosotras/os. Ahora, si tú que me lees, eres una posible persona que aspira a solicitar PhD y tienes más preguntas, ponlas aquí en los comentarios. Hablemos. Los programas enfocados en sistemas agroalimentarios son mi especialidad, pero si tienes preguntas de otras disciplinas, te puedo poner en contacto con personas que te pudieran ayudar de mejor manera. ¡Éxito y fuerza!

Puedes leer la parte 2 aquí.

Foto: La Universidad de Vermont
Crédito: Luis Alexis Rodríguez Cruz, 2017

3 respuestas a “Para no sufrir (tanto) en la escuela graduada: Parte 1”

  1. Disfruto lo que escribes. Adelante y tu gran esfuerzo y escritos se que ayudaran a muchos. Sigan brillando estoy muy orgullosa de todos ustedes los admiro.

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  2. Me encanta como escribes. Estoy muy orgullosa de todos ustedes. Adelante y sigan brillando!

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